Queridos chicos:
Bienvenidos a este nuevo año que transitaremos juntos y en el que todos aprenderemos mucho (de comunicación y de muchas cosas más).
Para comenzar el trayecto que nos proponemos, vamos a jugar un poco con un texto muy antiguo pero que demuestra un buen sentido del humor. Bajalo y llevalo a la clase para examinarlo juntos y charlar al respecto. Para bajarlo hacé clic aquí.
Para leerlo lo podés ver aquí
Debate por señas
La disputa entre griegos y romanos
Adaptado del Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita (S. XIV)
Veamos lo que ocurrió cuando Roma pidió a Grecia su gran ciencia.
Fue así que, como los romanos no tenían leyes, se las fueron a pedir a los griegos y ellos les respondieron que no las merecían ya que, como muy poco sabían, no podrían entenderlas.
Ante la insistencia de los romanos, los griegos declararon que si querían las leyes, debían debatir con sus sabios para comprobar si las entendían y las podían adoptar como propias. Felices, los romanos aceptaron la propuesta pero como desconocían el lenguaje de los sabios, acordaron disputar por señas y fijaran el día para comparecer.
Luego, tomaron conciencia del problema: ellos no eran cultos y no iban a poder comprender a los sabios doctores griegos. Afligidos y desorientados, no sabían que hacer, hasta que un ciudadano sugirió que eligieran para competir a un bravucón que hiciese con las manos las señas que dios le inspirara. Todos consideraron que para conseguir las leyes, cualquier estrategia era válida. Llamaron a un joven pícaro, ingenioso y audaz y le dijeron: “tenemos contienda con los griegos y has resultado el elegido, la disputa es por señas y, si ganas, serás bien recompensado¨.
Lo vistieron con esmero como si fuera un verdadero doctor en filosofía y al subirse al estrado afirmó soberbio ¨ ¡Que vengan los griegos con toda su sabiduría!¨
Al estrado opuesto, subió, entonces, el sabio elegido por los griegos, un hombre culto y prudente. Todos guardaron silencio y comenzó el dialogo por señas tal como había sido acordado.
Se levanto el griego, majestuoso y sin hablar mostró un dedo, el que esta al lado del pulgar, y luego se sentó con toda calma. Se levanto su rival y mostró el brazo extendido con tres dedos que apuntaban al griego: el pulgar por dos dedos cercado y contenido y los otros encogidos como arpones y se sentó muy satisfecho.
Se levanto el griego y tendió su palma llana y se sentó al instante. Al levantarse el romano con actitud desafiante, mostró su puño cerrado cargado de amenazas.
A todos los de Grecia dijo el sabio griego: ¨Merecen los romanos las leyes, no se las niego¨ y todos se levantaron en paz.
Le preguntaron al griego cual había sido el dialogo por señas y el sabio explicó: ¨Hay un solo Dios, dije; el romano dijo que era un dios en tres personas y me hizo tal seña. Yo dije que todo era según su voluntad y el respondió que dios los dominaba todo, gran verdad. Cuando así constate que entendían la santa trinidad, supe que, con toda justicia, merecían las leyes¨
También los romanos le preguntaron al joven bravucón cual había sido el significado de sus señas: ¨Me dijo que con su dedo me rompería un ojo, esto me enfureció y le respondí que yo le rompería delante de todos con dos dedos los ojos y con el pulgar los dientes. Esto no le gusto, entonces, insolente, me dijo que me daría una gran palmada en la mitad de mi frente. Le respondí que yo le daría la peor trompada de su vida. Cuando se dio cuenta de que yo era más fuerte, dejó de amenazar y no me negó nada¨.
Por eso, dice el cuento de la vieja sabia: ¨No hay palabras malas si no son tomadas a mal. Confíen en que si son bien dichas, serán bien comprendidas¨
Adaptado del Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita (S. XIV)
Veamos lo que ocurrió cuando Roma pidió a Grecia su gran ciencia.
Fue así que, como los romanos no tenían leyes, se las fueron a pedir a los griegos y ellos les respondieron que no las merecían ya que, como muy poco sabían, no podrían entenderlas.
Ante la insistencia de los romanos, los griegos declararon que si querían las leyes, debían debatir con sus sabios para comprobar si las entendían y las podían adoptar como propias. Felices, los romanos aceptaron la propuesta pero como desconocían el lenguaje de los sabios, acordaron disputar por señas y fijaran el día para comparecer.
Luego, tomaron conciencia del problema: ellos no eran cultos y no iban a poder comprender a los sabios doctores griegos. Afligidos y desorientados, no sabían que hacer, hasta que un ciudadano sugirió que eligieran para competir a un bravucón que hiciese con las manos las señas que dios le inspirara. Todos consideraron que para conseguir las leyes, cualquier estrategia era válida. Llamaron a un joven pícaro, ingenioso y audaz y le dijeron: “tenemos contienda con los griegos y has resultado el elegido, la disputa es por señas y, si ganas, serás bien recompensado¨.
Lo vistieron con esmero como si fuera un verdadero doctor en filosofía y al subirse al estrado afirmó soberbio ¨ ¡Que vengan los griegos con toda su sabiduría!¨
Al estrado opuesto, subió, entonces, el sabio elegido por los griegos, un hombre culto y prudente. Todos guardaron silencio y comenzó el dialogo por señas tal como había sido acordado.
Se levanto el griego, majestuoso y sin hablar mostró un dedo, el que esta al lado del pulgar, y luego se sentó con toda calma. Se levanto su rival y mostró el brazo extendido con tres dedos que apuntaban al griego: el pulgar por dos dedos cercado y contenido y los otros encogidos como arpones y se sentó muy satisfecho.
Se levanto el griego y tendió su palma llana y se sentó al instante. Al levantarse el romano con actitud desafiante, mostró su puño cerrado cargado de amenazas.
A todos los de Grecia dijo el sabio griego: ¨Merecen los romanos las leyes, no se las niego¨ y todos se levantaron en paz.
Le preguntaron al griego cual había sido el dialogo por señas y el sabio explicó: ¨Hay un solo Dios, dije; el romano dijo que era un dios en tres personas y me hizo tal seña. Yo dije que todo era según su voluntad y el respondió que dios los dominaba todo, gran verdad. Cuando así constate que entendían la santa trinidad, supe que, con toda justicia, merecían las leyes¨
También los romanos le preguntaron al joven bravucón cual había sido el significado de sus señas: ¨Me dijo que con su dedo me rompería un ojo, esto me enfureció y le respondí que yo le rompería delante de todos con dos dedos los ojos y con el pulgar los dientes. Esto no le gusto, entonces, insolente, me dijo que me daría una gran palmada en la mitad de mi frente. Le respondí que yo le daría la peor trompada de su vida. Cuando se dio cuenta de que yo era más fuerte, dejó de amenazar y no me negó nada¨.
Por eso, dice el cuento de la vieja sabia: ¨No hay palabras malas si no son tomadas a mal. Confíen en que si son bien dichas, serán bien comprendidas¨
Que tengas un gran año.
1 comentarios:
Me ayudo gracias!! :vvv
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